Era 2008 en Jerez cuando el técnico japonés de Bridgestone me dio una palmada en el hombro con aprobación y me felicitó por el mejor tiempo de vuelta. Un momento que aún hoy me hace sonreír. Mientras mis colegas montaban las flamantes RC8, 1098 y R1, yo había pescado la "vieja" GSX-R 750 del año anterior, la única que quedaba para el periodista más hambriento después de una pausa para el almuerzo demasiado larga. Lo que ocurrió luego no solo me sorprendió a mí: con este aparentemente modesto deportivo de gama media logré el tiempo más rápido del día. Me di cuenta repentinamente: la 750 ofrecía el equilibrio perfecto entre potencia y manejo que un semi-profesional como yo podía aprovechar al máximo. Ni tan poca potencia como las 600, ni tan abrumadora como las 1000: simplemente perfecta.
En las semanas siguientes, Klaus Grammer y yo probamos exhaustivamente los modelos 600 y 750 GSX-R de 2008 en el Pannoniaring. Lo que me fascinó fue la consistencia: los nuevos modelos eran mejores, pero mantenían su carácter. No una revolución, sino una evolución cuidadosa. La posición de conducción se adaptaba como un guante, tanto al pequeño y robusto Grammer como al alto y atlético NastyNils. ¡Un milagro de ergonomía! Desde la primera vuelta, ambas GSX-R encontraban la línea ideal como por arte de magia, mantenían su curso en las curvas largas sin desviarse hacia el exterior. El manejo preciso, la dirección directa y el excelente embrague anti-rebote hacían que conducir fuera un placer absoluto.
Las innovaciones técnicas de la generación 2008 impresionaban en papel: agujeros más grandes entre los cilindros para un mejor equilibrio de presión, una nueva unidad de inyección con SDTV (Suzuki Dual Throttle Valve), dos unidades de inyección por cilindro con ocho finos inyectores cada una. Además, el interruptor de 3 mapeos en el puño derecho y un amortiguador de dirección controlado electrónicamente. ¿Qué significaban estas características en la práctica? Sobre todo, una cosa: sin tiempo de adaptación. Te subías y te sentías como en casa de inmediato. Ese fue el verdadero distintivo de la GSX-R en 2008: te facilitaba ser rápido.