Montar en moto no comienza con acelerar, sino con estar firme al detenerse. Quienes son pequeños y delicados lo notan de inmediato. Así le sucedió a nuestra principiante: con su estatura de 163 cm y su complexión delgada, subir a la moto ya era un desafío. Pero aún peor era detenerse, ese momento en que la inseguridad y la inestabilidad se juntan. Especialmente en la Triumph Speed 400, una moto ligera para principiantes, cada parada en un semáforo se sentía como una pequeña prueba de valor. La planta del pie apenas tocaba el suelo, pero ¿confianza real? Ni hablar.
Pronto quedó claro: sin ayuda en forma de equipamiento, el comienzo en el mundo del motociclismo se vuelve innecesariamente difícil. Se necesitaban botas que no solo protegieran, sino que también ofrecieran algo esencial: altura. Y con eso, control, estabilidad y seguridad.