La pendiente pronunciada – para muchos, una montaña de miedo, más empinada que el aumento de la frecuencia cardíaca al verla. El temor a la pendiente está profundamente arraigado, pero el mayor problema no es la pendiente en sí, sino nuestro enfoque vacilante. La causa más común de fracasos en la pendiente es tan simple como sorprendente: falta de impulso. Nos acercamos con cautela, casi sigilosamente, como si nos acercáramos a un dragón dormido. Pero precisamente este comportamiento sella nuestro fracaso antes de llegar siquiera al pie de la pendiente.
Una pregunta pragmática que siempre me hago: ¿Cuál es el mayor problema: ir demasiado rápido o demasiado lento en la pendiente? La respuesta es clara: una aproximación demasiado lenta es el desafío más agotador. Es fácil reducir la velocidad en la pendiente, pero recuperar la velocidad perdida es como intentar recoger agua derramada.
La velocidad estabiliza como un corsé invisible. Es la poción mágica que disuelve muchos problemas en el Enduro. Especialmente cuando no hay abismos peligrosos a los lados de la pendiente, sino solo arbustos o prados suaves, uno puede aventurarse en "dimensiones de velocidad incómodas". Una caída sería molesta, pero las pendientes empinadas son, contrariamente a la intuición, áreas donde tienden a ocurrir menos lesiones graves que en otros tramos.
Al abordar la pendiente, aplico un impulso consciente de todo el cuerpo en las estriberas, combinado con un último acelerón, como un lanzador de jabalina que pone todo su cuerpo en el lanzamiento decisivo. Después, se trata de posicionar el peso para que la rueda delantera no apunte al cielo como un cohete en despegue.
Un error de pensamiento común en la pendiente: demasiados pensamientos sobre tracción y la rueda trasera. Es mucho más importante dar suficiente presión y dirección a la rueda delantera. Una rueda delantera descontrolada destruye más velocidad de la que la mejor tracción trasera puede compensar. Es como en un tándem: si el de delante pierde la orientación, no sirve de nada que el de atrás pedalee frenéticamente. Ya sea de pie, o si las energías están agotadas, sentado: desplaza tu peso hacia adelante, aplica presión en la rueda delantera. Te lo agradecerá llevándote a donde quieres ir, en lugar de llevarte a donde no deseas estar.